Escucho Poem Talk, un podcast de Poetry Foundation, a la par que leo un par de poemas de Kim Addonizio y así mismo, escribo este post (también tengo una taza de leche fría a mi lado, un par de libretas, sin mencionar que mi vecina muestra su fascinación por Celia Cruz en decibeles). Benditos cerebros nuestros (niñas, me dirijo a ustedes, claro). "The first line is the deepest" dice Addonizio, ¿será como la canción de Sheryl Crow, la cual me gusta tanto, y a la cual mis colegas llaman canción de nena? ...En efecto sigo sin creer que exista algo llamado escritura femenina o tal escritura masculina. Fuera de las diferencias y necesidades que implican nuestros cerebros y cuerpos enteros desde su fisiología y desde su construcción, no existe tal circunstancia en la escritura que apele a lo masculino o a lo femenino. Tal vez, ciertos motivos y selección de palabras parezcan proporcionar indicios, pero lo demás, es decir el resto, el supuesto sentido que se da a la escritura, la -sobre-interpretación, la fuerza, la dirección... la damos nosotros, con todas nuestras sujeciones y prejuicios de por medio. Nosotros realizamos tales cortes inverosímiles en las escrituras. Nos sobrepasa nuestra necesidad de "orden" (por supuesto inverosímil e imposible también). Si es posible decir, es la escritura un lugar neutro, una casa vacía que necesita ningún mueble o persona alguna; sin embargo... ya sabrán ustedes, suele suceder en esa casa todo lo contrario.
...Por cierto, al momento en que termino de escribir esto, "Jerry" Rothenberg --desde el podcast, claro-- cierra su discusión acerca de Getrude Stein, habla del aliento, habla del poema, de las bendiciones...
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